30 de julio de 2012

El que a hierro mata, a hierro muere (I/II)


Dicen que aún se escucha a Manny Pacquiao lamentarse por los pasillos del MGM de Las Vegas. Todo su equipo, con el gran Freddie Roach a la cabeza, se recoge cabizbajo tras la derrota.

Manny Pacquiao acaba de perder, un sábado 9 de Junio de 2012, el título mundial de la categoría Welter ante el púgil norteamericano Timothy Bradley. Llevaba siete años sin conocer la derrota.

No parecía, al menos desde mi punto de vista, que Timothy Bradley tuviera capacidad suficiente para vencer al astro filipino, tal y como se demostró a lo largo de una pelea aburrida, dominada por Manny Pacquiao desde el principio. Quizás bajara en los últimos tres asaltos, ya sea por la edad, por falta de preparación o por ambas razones, pero Bradley fue incapaz de mostrar acreditación para arrebatarle el título mundial. Valga lo que siempre se dijo, si eres aspirante debes dejar claro que la victoria ha sido tuya, y si lo mandas a la lona, mucho mejor. Cuesta demasiado llegar a la cima como para que te bajen de ella por decisión dividida y de apretada apreciación.



Pero es que en este caso ni siquiera existe duda que valga. Bradley apenas si exhibió un bonito jab de izquierda con el que intentó sin mucho éxito mantener a distancia a su contendiente, que una y otra vez conseguía entrar con su izquierda en la defensa rival.

Combate para Pacquiao y a por la próxima pelea, una mucho mejor. ¿Quién sabe si contra Floyd Mayweather Jr por fin? Hace mucho que debió celebrarse este enfrentamiento entre los que sin duda son los dos mejores boxeadores del mundo. Tanto, que para mí ya no es un buen momento.

En eso estarían pensando todos los asistentes y telespectadores cuando de pronto, en un ring atestado de personas, los jueces dan como vencedor a Bradley. Increíble, pero cierto. Todo son silbidos y abucheos, hasta caen objetos al cuadrilátero, pero el resultado es el que es, y ya no hay quien lo cambie.

Fue un robo.

Los filipinos se lamentan amargamente, hablan de injusticia, de amaño. Y tienen razón, pero parece que han olvidado cuántas veces han estado al otro lado, cuántas victorias sospechosas ha cosechado Pacquiao a lo largo de su carrera y cómo ha cimentado su leyenda sobre ellas. No me valen pues sus quejas, de ellos que tanto se han beneficiado de este juego fraudulento. Ahora les ha tocado la otra cara de la moneda y deben asumirlo, al igual que asumieron sin problemas sus victorias inmerecidas.

Como escribió la prensa mejicana, dolida por la sospechosa victoria de Pacquiao sobre Juan Manuel Márquez: el que ha hierro mata, a hierro muere.

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