Dicen que aún se
escucha a Manny Pacquiao lamentarse por los pasillos del MGM de Las Vegas. Todo
su equipo, con el gran Freddie Roach a la cabeza, se recoge cabizbajo tras la
derrota.
Manny Pacquiao
acaba de perder, un sábado 9 de Junio de 2012, el título mundial de la
categoría Welter ante el púgil norteamericano Timothy Bradley. Llevaba siete
años sin conocer la derrota.
No parecía, al
menos desde mi punto de vista, que Timothy Bradley tuviera capacidad suficiente
para vencer al astro filipino, tal y como se demostró a lo largo de una pelea
aburrida, dominada por Manny Pacquiao desde el principio. Quizás bajara en los
últimos tres asaltos, ya sea por la edad, por falta de preparación o por ambas
razones, pero Bradley fue incapaz de mostrar acreditación para arrebatarle el título
mundial. Valga lo que siempre se dijo, si eres aspirante debes dejar claro que
la victoria ha sido tuya, y si lo mandas a la lona, mucho mejor. Cuesta demasiado llegar a la cima como para que te bajen de ella por decisión dividida y de apretada
apreciación.
Pero es que en
este caso ni siquiera existe duda que valga. Bradley apenas si exhibió un
bonito jab de izquierda con el que intentó sin mucho éxito mantener a distancia
a su contendiente, que una y otra vez conseguía entrar con su izquierda en la
defensa rival.
Combate para
Pacquiao y a por la próxima pelea, una mucho mejor. ¿Quién sabe si contra Floyd
Mayweather Jr por fin? Hace mucho que debió celebrarse este enfrentamiento
entre los que sin duda son los dos mejores boxeadores del mundo. Tanto, que
para mí ya no es un buen momento.
En eso estarían
pensando todos los asistentes y telespectadores cuando de pronto, en un ring
atestado de personas, los jueces dan como vencedor a Bradley. Increíble, pero
cierto. Todo son silbidos y abucheos, hasta caen objetos al cuadrilátero, pero
el resultado es el que es, y ya no hay quien lo cambie.
Fue un robo.
Los filipinos se
lamentan amargamente, hablan de injusticia, de amaño. Y tienen razón, pero parece
que han olvidado cuántas veces han estado al otro lado, cuántas victorias
sospechosas ha cosechado Pacquiao a lo largo de su carrera y cómo ha cimentado
su leyenda sobre ellas. No me valen pues sus quejas, de ellos que tanto se han
beneficiado de este juego fraudulento. Ahora les ha tocado la otra cara de la
moneda y deben asumirlo, al igual que asumieron sin problemas sus victorias inmerecidas.
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